“No es lo que hacemos”

February 2, 2017

Al final del sexto capítulo del Evangelio según Juan, muchos discípulos que habían estado siguiendo a Jesús lo abandonaron. Mirando a los 12, Jesús preguntó: “¿También ustedes quieren marcharse?” “Señor”, contestó Simón Pedro, “¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:66-68). Era una especie de crisis al principio del movimiento de Jesús.

Jesús había estado enseñando sobre el don misericordioso de vida que proviene del Padre por medio de Cristo. La gente estaba sorprendida por la multiplicación de los panes y los peces y por todo lo que se decía sobre el pan de vida. Querían saber qué tenían que hacer para llevar a cabo la obra de Dios. “Esta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió” (Juan 6:29). Esa respuesta de Jesús no le sentó bien a la multitud. Sospecho que los más fervientes entre ellos querían órdenes de combate, y los más minuciosos querían una lista para asegurarse que no se desviarán del plan.

Las interrogantes en las Escrituras son fascinantes: a menudo son más reveladoras que las respuestas. “¿Qué debemos hacer?” “Maestro, ¿qué buena obra debo hacer para obtener la vida eterna?” (Mateo 19:16). La gente en Juan y el joven en Mateo querían saber no solo lo que podían hacer para ser salvos, sino que querían estar seguros de que realmente estaba en sus manos ser salvos.

Hoy en día, hacemos preguntas iguales. Cuando se trata de las grandes interrogantes metafísicas, preguntamos: “¿Cómo lo sé? ¿Cómo puedo estar seguro?” Resulta difícil creer que es por la voluntad buena y misericordiosa de Dios que todos nos salvaremos de la muerte, y ya que no podemos salvarnos a nosotros mismos, Dios lo ha hecho por medio de la muerte y resurrección de Jesús. No es lo que nosotros hacemos, ni tampoco se trata de aquello de lo que tenemos certeza, sino de lo que Dios ha hecho y de Su promesa fiel y segura. En un sondeo realizado a personas luteranas de la ELCA, Kenneth Inskeep, director de investigación y evaluación, hizo la pregunta: “¿Qué debes hacer ser salvo?” El 50 por ciento respondió: “Hacer buenas obras”. El 50 por ciento de los luteranos.

Al menos la mitad de nosotros admitió que, en el fondo, creemos que aún depende de nosotros. No nos sintamos mal; esto no es un fenómeno luterano, ni estadounidense, tampoco es un fenómeno del siglo 21. Es un fenómeno humano. O no acabamos de creerlo a causa de la alegría o nos rehusamos a ceder el control.

Esta es precisamente la razón por la que necesitamos pastores y diáconos confesionales, bíblicos, teológicos, litúrgicos, compasivos y bien capacitados: para seguir por el camino de Jesús, de la ley, de la cruz, de la resurrección, alejados del canto mundano de las sirenas con su auto ayuda, su auto determinación y su santurronería.

Y esta es precisamente la razón por la que necesitamos laicos confesionales, bíblicos, teológicos, litúrgicos y compasivos: para que “… temamos y amemos a Dios, para que no despreciemos la predicación o Su palabra, sino que la estimemos sagrada y la escuchemos y aprendamos con alegría” (Catecismo Menor de Martín Lutero).

A esa misma conclusión han llegado dos grandes iniciativas solicitadas por el Consejo Eclesial de la ELCA y basadas en las ideas aportadas por ustedes. El Consejo Asesor en Educación Teológica y el proceso Llamados a Avanzar Juntos en Cristo (Called Forward Together in Christ) plantearon la importancia de un liderazgo laico, consagrado, ordenado y bien formado. Debemos mantener el evangelio salvador del juicio y la promesa como nuestro cimiento y futuro.

Esta es la obra de toda la iglesia. No depende de los seminarios identificar y reclutar pastores y diáconos, ni tampoco es del dominio exclusivo de los ordenados y los consagrados estar fundamentados en la Palabra. Empiecen a volver la mirada a los niños de cuarto y quinto de primaria en la congregación. Apoyen los campamentos de la iglesia, los ministerios universitarios luteranos, y a las facultades, universidades y seminarios luteranos. Apoyen a jóvenes adultos en la Misión Global.

Hemos recibido un donativo de $3 millones de dólares para el Fondo de la ELCA para Líderes, que otorgará becas completas a 60 estudiantes más durante los siguientes tres años. Esta es solo parte de una iniciativa multifacética de liderazgo que estamos lanzando actualmente. Cuando la gente pregunta cómo puede ser relevante la ELCA, les respondo: solo si estamos seguros de que nuestra esperanza está depositada en el Cristo vivo y solo si eso lo compartimos con la alegría del Evangelio.

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Su dirección de correo electrónico es: bishop@elca.org

 

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