Octubre 32 y más allá

September 27, 2017

Este es el 500 aniversario de la Reforma. Este último año “todo ha sido sobre la Reforma, todo el tiempo”. Todo ha sido sobre Martín Lutero. Los que son muy practicantes se han extendido hasta Philipp Melanchthon y Johannes Bugenhagen. Los verdadderos creyentes van a disfrazar a sus hijos de Martín y Catalina para Halloween, o, si se inclinan al factor miedo, de Johann Tetzel.

Traiga más instrumentos de viento. Anime el coro. Cante el himno de batalla (“Castillo fuerte es nuestro Dios”). Vístase de rojo. Dése gusto viendo todos los filmes y documentales sobre Lutero. (A mí, en particular, me gustó Joseph Fiennes en el papel de un Lutero joven y candente.) ¡Este es nuestro año!

Octubre 32.

¿Ahora qué?

Cuando voy de una iglesia a otra me gusta preguntar a los hermanos qué significa ser luterano—qué es lo distintivo del movimiento luterano. Casi siempre se menciona la gracia, junto con la justificación. Algunos dicen que somos la ecclesia semper reformanda—la iglesia que siempre está reformándose. Otros señalan nuestra obra de alivio en casos de desastres, el Programa de Alivio del Hambre Mundial de ELCA, defensa y otras obras en favor de la justicia. Casi todo esto forma parte de la experiencia luterana, aunque no es único a nosotros. ¿Qué, entonces, descubrió Lutero y qué relevancia tiene en el día de hoy?

Es interesante observar que Lutero no hizo su mayor énfasis en una reforma o en reformar a la iglesia. La frase semper reformanda—siempre reformándose—en realidad fue acuñada en 1947 por Karl Barth, un teólogo reformado. La liberación en Cristo por medio de la fe fue la libertad que transformó a Lutero. Fue de esta libertad que escribió con más frecuencia y más apasionadamente. La libertad del Cristiano, un tratado breve y fácil de comprender, es probablemente lo que más se conoce. Se lo recomiendo. En esa breve obra al igual que en otras Lutero presenta el argumento de que la liberación en Cristo es libertad de y también libertad para.

Libertad para significa que en Cristo hemos sido libertados para amar y servir a los demás. La libertad es una relación, no un montón de actividades o demandas de una nueva ley.

Libertad para significa que en Cristo hemos sido libertados para amar y servir a los demás. La libertad es una relación, no un montón de actividades o demandas de una nueva ley.La libertad de es la liberación de todo cautiverio espiritual. Somos liberados de la trampa que hay dentro de nosotros mismos, consumidos por nosotros mismos; de la creencia o el terror de que podemos y debemos salvarnos a nosotros mismos, de que nuestro yo es el centro del universo. La vida en Cristo no es una experiencia para que nos mortifiquemos internamente. Somos libres para olvidarnos de nosotros mismos. Libertad de es la liberación de la acusación y el juicio de la ley. Somos liberados del terror y la desesperación, que nos destrozan el alma. Somos liberados de la tarea incesante e imposible de tener que dar la talla. La libertad de nos libera de la separación de Dios y de las criaturas de Dios. El estar atrapados en el pecado y ante un Dios que exige rectitud por creer que somos resonsables de nuestra salvación, causa un resentimiento contra Dios y la deshumanización de los demás.

Libertad para significa que en Cristo hemos sido libertados para amar y servir a los demás. La libertad es una relación, no un montón de actividades o demandas de una nueva ley.

Lutero lo expresó así: “No obstante, la fe es una obra divina en nosotros que nos transforma y nos hace nacer de nuevo de Dios. Da muerte al viejo Adán y nos convierte en personas totalmente diferentes, en corazón y en espíritu y en mente y en facultades; y trae consigo el Espíritu Santo. ¡Oh! ¡Es algo vivo, ocupado, activo, poderoso, esta fe! Es imposible que no esté haciendo buenas obras incesantemente… Y esta es la obra que el Espíritu Santo lleva a cabo en fe. Por causa de ésta, sin compulsión, una persona está preparada para hacer el bien a favor de todos, servir a todos, sufrirlo todo, por amor y alabanza a Dios, quien le ha mostrado esta gracia” (Obras de Martín Lutero, 35:370-1).

Dios ya no es transaccional, ni los demás son un medio para lograr algo. Esta libertad es escandalosa porque está basada en una gracia incondicional. Se trata de un regalo. Piénselo–¿sentimos que la carga nos ha sido quitada? Piénselo–¿sentimos el amor total de Dios? Piénselo–¿vemos ahora a los demás a través de los ojos de Dios, libres y como hijos amados?

El domingo de la Reforma oiremos la promesa de Jesús: “Y conocerán la verdad, y la verdas los hará libres” (Juan 8:32).

Vivamos en esa libertad el 32 de octubre y más allá.

 

Un mensaje mensual de la obispo presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Su dirección de correo electrónico: bishop@elca.org.

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