Viviendo en un mundo quebrantado

October 26, 2017

Mientras escribo esto, la Costa del Golfo y Florida están comenzando su largo recobro después de los huracanes Harvey e Irma; Puerto Rico y las Islas Vírgenes se encuentran, en su mayor parte, sin electricidad y con muy poca agua, comida, medicinas y gasolina después del huracán María. Todos hemos sido sacudidos por el horrendo tiroteo ocurrido en las Vegas. No existen palabras. Hemos quedado aturdidos hasta el entumecimiento.

Tratamos de entender lo incomprensibe. Es el cambio climático. No es el cambio climático. Necesitamos un control más riguroso de las armas de fuego. Tenemos que proteger la Segunda Enmienda. El gobierno federal no hace lo suficiente. El gobierno local no hace lo suficiente. Pronto estamos hablando unos contra otros, en vez de unos a otros.

Los desastres naturales parecen caóticos y caprichosos. El servicio metereológico se ha vuelto muy sofisticado en la predicción del paso de los huracanes, pero es completamente acertado. Los tornados golpean con muy poca advertencia. ¿Se trata solamente del comportamiento del mundo natural, o es que Dios nos está enviando juicio? Hay cierto tipo de participación humana que puede provocar que los desastres naturales sean más dañinos.

El grupo juvenil de la última parroquia donde serví participaba todos los veranos en una semana de trabajo. Trabajábamos en limpieza y reconstrucción después de tornados, inundaciones y huracanes en unión con la Respuesta Luterana a los Desastres y la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias. Estoy segura de que eran los pobres cuyos hogares estaban en el terreno inundable quienes no contaban con los recursos para reconstruir y tenían que depender del trabajo voluntario.

La maldad perpetrada por los seres humanos es un gran misterio. ¿Cómo puede un Dios bueno y justo permitir la maldad? ¿Por qué un hombre abre fuego contra los concurrentes a un concierto, matando a 59 personas e hiriendo a más de 500? ¿Por qué les ocurren cosas malas a personas buenas? ¿Por qué les suceden cosas buenas a gente mala? Ha habido varias teodiceas que han tratado de explicar esto a lo largo de la existencia humana. Yo le confieso que no tengo la respuesta concluyente de estas preguntas, excepto que vivimos en un mundo quebrantado.

Pablo escribió: “de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera Dolores de parto” (Romanos 8:21-22). Aunque Dios creó los cielos y la tierra, y declaró que la creación era buena, éste ya no es un mundo perfecto.

Pablo también escribió: “Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:4-7).

Las dos afirmaciones de Pablo son ciertas. Vivimos en un mundo quebrantado—el natural y el hecho por el hombre, arruinados por el pecado humano—y nos gozamos en el Señor, quien está cerca y nos guarda con la paz de Dios.

Las dos afirmaciones de Pablo son ciertas. Vivimos en un mundo quebrantado—el natural y el hecho por el hombre, arruinados por el pecado humano—y nos gozamos en el Señor, quien está cerca y nos guarda con la paz de Dios.

El Obispo Terry Brandt del Sínodo de North Dakota del Este nos recordó esta verdad y esta tensión en el sermón que dio a la Conferencia de Obispos la mañana después del tiroteo en Las Vegas. Y nos recordó que cuando Pablo estaba regocijándose así, lo estaba haciendo desde la prisión, esperando su ejecución, después de haber sufrido golpizas, naufragio, hambre y sed. Yo no describiría a Pablo como una persona alegre, pero el gozo que encontró en Jesús lo hizo capaz de vivir en esperanza y creer aun en medio de la desesperación y ante la muerte.

De modo que, iglesia amada, oramos y lamentamos y confiamos y esperamos. Nos jugamos nuestro vivir con la creencia de que la vida, la esperanza y el amor de Dios no son clichés, sino la verdad. Somos impulsados a la acción y reconciliación. Y cuando ocurra el próximo desastre o masacre, no perdemos la esperanza porque el Crucificado ha sido levantado de entre los muertos.

 

Un mensaje mensual de la obispo presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Su dirección de correo electrónico: bishop@elca.org.

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