Misión Mesa Abierta, Kenner, La.
Obrero de la construcción

Creo que Dios provee y nunca nos abandona ni nos olvida, no importa lo que suceda. Creo en el gran amor de Dios por nosotros que nunca falla. Dios está lleno de amor y misericordia. Todos somos hijos de Dios–no importa el color de nuestra piel o nuestra nacionalidad. Todos somos familia, parte de la creación de Dios y creados a su imagen.

He decidido declarar mi santuario en la iglesia First Grace United Methodist Church, New Orleans, porque, honestamente era la última opción que estuvo a mi alcance. Desde 2013, he estado abogando por mi día en corte contra un sistema de inmigración que desesperadamente necesita una reforma. Actualmente estoy bajo una orden de deportación que está fuera de mi control. Vivir en refugio o santuario ha sido uno de los momentos más difíciles de mi vida. Sin embargo, he podido lograrlo con el apoyo de mi familia, mi comunidad cristiana, mis amigos y aquellos que participan en el movimiento de santuarios. Aunque soy la primera persona en haber declarado santuario en el Profundo Sur, sé que no soy el único que vive en este tipo de situación, ni seré el último. En todo esto, siento que mi decisión de tomar refugio es congruente con mi fe–levantarme en contra de la injusticia y abogar por que se haga la justicia de Dios en el mundo.

Oro al Dios todopoderoso que el mundo entero pueda aprender a amar a nuestros vecinos–no importa quiénes sean–porque la vida es demasiado corta para vivirla llena de odio.

Mi fe luterana me sostiene en momentos de mucho dolor y sacrificio. Sólo mi padre celestial es quien me da fuerzas para continuar cada día. La familia luterana es mis hermanos y hermanas en Cristo, y me siento muy bendecido de estar rodeado de tantos ángeles y de toda la comunidad cristiana. Por medio de mi fe he llegado a aprender que soy hijo del Dios todopoderoso y él nunca abandona a sus hijos. Mi vida está en las manos de Dios.

Trato de criar a mis hijas en la fe mostrándoles el camino del Dios que las ama como su creación, que nos da el pan de vida, y mostrándoles cuán honrado me siento que Dios me haya dado la bendición de ser el padre de ellas. En 2009 recibí el bendecido nacimiento de mi hija mayor, y con éste mi vida cambió completamente. Ella se convirtió en el motivo para no dejarme pisotear. En 2015, Dios me bendijo nuevamente con otra hija. Me considero muy bendecido por Dios mediante la vida que he podido compartir con mi familia. Continuamente oro a Dios por la salud de ellas, y también pido sabiduría y trabajo para que pueda dar a mis hijas la mejor vida posible.

Mi familia de la iglesia de la Misión Mesa Abierta me apoya continuamente en oración. Me siento muy bendecido de ser miembro de una diversa congregación en la que todos alabamos juntos a nuestro padre celestial y oramos unos por otros con todo nuestro corazón.

Como líder en el Congreso de Obreros Diurnos (una organización de obreros inmigrantes fundada después del huracán Katrina), yo abogo por un bienestar y bien común que beneficie a todas nuestras comunidades, particularmente a la comunidad obrera inmigrante y migrante del área de New Orleans.

Como líder congregacional en la Misión Mesa Abierta, me gusta ayudar a arreglar el espacio donde se lleva a cabo la adoración, especialmente el altar, y allí me siento como en casa. Me siento feliz en la casa de Dios y acompañado por mi familia en la fe.

Comparto mi fe orando por mi familia, mis amigos y todo el mundo. También comparto mi testimonio con otros de cómo Dios ha sido fiel en mi vida. Y, lo más importante, comprarto mi fe amando a la familia con la que Dios me ha bendecido.

Mi historia bíblica favorita es cuando Dios libera al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto mediante el liderazgo de Moisés, y demuestra su poder al pueblo partiendo el Mar Rojo para que ellos crucen por lo seco para llevarlos hacia la tierra prometida.

Mi recuerdo favorito de nuestra congregación es la celebración de nuestro primer año de aniversario. Fue un momento maravilloso el haber visto a toda mi familia junta y feliz mientras alabábamos a Dios en compañía de nuestra familia de la iglesia y la Pastora Rachel Ringlaben, que nos enseñaba la santa palabra de Dios. Esto me recordó que continuamente debemos procurar que Dios alimente nuestro espíritu, porque sin Dios nada somos.

Soy luterano porque desde el principio los protestantes han protestado contra las injusticias y abogado por transparencia en la iglesia, especialmente en la enseñanza de las Escrituras, para que la palabra de Dios sea accesible a todos los hijos de Dios. ¡Es la palabra de Dios la que nos libera y nos salva!

Principios de frases son facilitados a cada persona presentada. Si desea nominar a alguien para “Soy luterano”, envíe un correo electrónico a megan.brandsrud@elca.org.

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